Rodeado por la Precordillera y la Cordillera de los Andes, el Valle de Calingasta sorprende con sus paisajes majestuosos y la inmensidad que se respira en cada rincón. Desde aquí se alza el imponente Cerro Mercedario, con sus 6.770 metros de altura, una de las cumbres más altas de América.
Entre sus aventuras más desafiantes se encuentra el Balcón de los 6 mil, una travesía que lleva a los amantes de la montaña a lo más alto de la cordillera, en un recorrido donde la naturaleza pone a prueba los sentidos y la voluntad.
En el encantador pueblo de Barreal, los paisajes se tiñen de calma y belleza. Aquí se levanta el Cerro Alcázar, escenario natural del Concierto de las Américas, un espectáculo único que une música y montaña en perfecta armonía.
El carrovelismo es el deporte estrella del valle. En la Pampa del Leoncito, una planicie blanca de 12 kilómetros de largo y 5 de ancho, los carros a vela se deslizan impulsados por el viento, creando una imagen inolvidable entre las montañas. Al caer la noche, el cielo despejado regala un espectáculo incomparable de miles de estrellas.
Barreal invita a vivir la naturaleza con intensidad: cabalgatas entre álamos y sauces, recorridos en mountain bike, rafting en el río Los Patos, trekking de altura y escaladas que conectan con la grandeza de los Andes.
En febrero, la historia se revive con el Cruce Sanmartiniano, una experiencia única que sigue el verdadero camino que recorrió el General José de San Martín hacia la libertad americana.
En el Parque Nacional El Leoncito, la flora y fauna de la región se conservan en un entorno de serenidad. Es posible observar guanacos, suris cordilleranos y, con suerte, algún puma que descienda desde la montaña.
Este parque también es un santuario para los amantes del cielo. Los observatorios CASLEO y CESCO permiten disfrutar de la observación astronómica bajo uno de los cielos más limpios del mundo, donde las estrellas parecen al alcance de la mano.
